Desde la sanción de la ONU el 27 de octubre de 1988, pasaron 29 días mundiales de Lucha contra el Sida en el mundo. Todos los 1º de diciembre se potencian en el mundo las campañas de concientización y de prevención de contagio del virus del VIH. O incluso en los lugares que la atención es mínima, se le da un lugar al debate. La jornada, además, oficia de excusa para reanudar estadísticas y actualizar los escenarios. Y en Rosario y en toda la provincia, hace ya unos cinco años que se percibe una tendencia: crece el aumento de transmisión del virus en varones gays, varones que tienen sexo entre varones y personas mayores de 50. Desde el Promusida, además, informaron que son 400 los nuevos diagnósticos por año en la provincia; y que, en el mismo lapso de tiempo, mueren, sólo en Rosario, unas 35 personas.
Damián Lavarello, director del Programa Municipal de Sida de Rosario, explicó a Rosario Nuestro que, a través de dos tipos de datos, puede analizarse el panorama en lo que al VIH y su contagio, su prevención, su tratamiento respecta. Por un lado, están las muertes. Son unas 35 por año y permiten ver las falencias asistenciales y quiénes son las personas más vulnerables. “Como siempre, como en todas las enfermedades, son las personas más humildes, las que viven con peores condiciones sociales”, reconoció el funcionario.
Por el otro, están los datos que arrojan los nuevos diagnósticos, que permiten ver cuál es la población afectada coyunturalmente y orientan las actividades de prevención. En ese sentido, son unos 400 diagnósticos nuevos los que se contabilizan en toda la provincia, que hace unos cinco años, algunos más, algunos menos, se reparten en una población similar. Es decir, de ese total, un 30 por ciento corresponde a varones gays y varones que tienen sexo entre varones; otro 30 por ciento – o un poco menos – a varones heterosexuales; un 15 por ciento a personas mayores de 50 años y el resto, a mujeres. Además, se contabilizan apenas dos o tres infecciones verticales (de madre a hijo) por año en la provincia y ningún contagio vertical en las maternidades rosarinas.
Los 400 nuevos positivos que surgen por año suelen mantenerse. El cambio está en las características de esa población, en el escenario, en las coyunturas. “La epidemia en Argentina empezó siendo mayoritariamente entre hombres gays que viajaban al exterior, y que se diagnosticaban y morían en el país. Hace unos diez años, la mayoría de los diagnósticos eran de usuarios con drogas inyectables. Pero con el paso de los años esa transmisión del virus comenzó a mermar y empezó a aparecer, primero en hombres heterosexuales, ahora en hombres gays y que tienen sexo con otros hombres. Las mujeres, tanto en Argentina como en Rosario, siempre representan entre un tercio y un cuarto de los nuevos diagnósticos”, explicó y detalló Lavarello.
Desde el Promusida, entienden que el crecimiento de transmisiones entre varones gays y hombres que tienen sexo con otros hombres está relacionado a cuestiones generacionales. Y es que, pese a que los estigmas persisten y los efectos secundarios de las medicaciones no son menores, la calidad de vida mejoró para los pacientes de VIH. “El problema ya no se percibe como un problema de salud grave. Las personas con VIH hoy día se ven saludables, pueden contar que conviven con el virus, etcétera”, analizó Lavarello. Y arrojó otro dato: el uso del preservativo está cada vez más en baja. Todo esto no quita, cabe agregar, que no existan infecciones en el universo heterosexual de personas entre 20 a 50 años. El problema son las tendencias, los aumentos, las persistencias.
Las estadísticas también marcan otro dato: el incremento de infecciones de mujeres y varones de más de 50 años. Lavarello fue claro con los datos que arrojó. Cuando arrancó el Promusida, hace 25 años, esta población representaba al 1 por ciento de los diagnósticos. Ahora representa al 15. El funcionario explicó que los cambio de vida influyen: desde el uso del viagra hasta mejoras en la salud cardiovascular, los nuevos controles, el fomento del ejercicio. “Pero además, en el plano cultural, hay una revalorización de la sexualidad en los adultos mayores. Y con eso, se nota una falta de percepción de riesgos”.
El cambio cultural no es menor ni tiene límite etáreo: a las nuevas percepciones y formas de vivir y entender la sexualidad, se suman las nuevas posibilidades del encuentro. Las redes, las aplicaciones, internet en general y en sus múltiples plataformas ayuda a esas reconfiguraciones. Y frente a eso, Lavarello vuelve a reconocer la falla y a hacer hincapié en lo que falta: una fuerte campaña de concientización, impulsada sobre todo desde el gobierno nacional, entre otras cosas.
Las aristas se suman. Por eso, si bien se remarca en una pelea cotidiana por la salud y contra el contagio del virus, el 1º de diciembre termina siendo el día necesario para juntar cada perspectiva y ponerse al día. Los cambios culturales no sólo alteran el escenario estadístico, de datos duros. También llegan al panorama legal y proponen nuevas formas de pensar el VIH, la salud, la vida una vez contagiado.
La Ley 23798, que declara de interés nacional la lucha contra el SIDA, es una ley que data de principios de los años 90. Una ley que, en líneas generales, es reconocida por haber sido de vanguardia, pero que al momento queda vieja: necesita sumar los nuevos debates y perspectivas, los que van más allá de los aspectos biomédicos. Existieron dos proyectos de Ley de VIH, hepatitis virales e infecciones de transmisión sexual que buscaban actualizar la legislación actual. Los dos proyectos perdieron vigencia parlamentaria el 30 de noviembre de este año. Es decir, este jueves.
Lavarello consideró “bueno” cambiar la ley sólo si se la acompaña de incremento de presupuesto para el campo de trabajo, si las provincias se comprometen, si hay mayor gestión e involucramiento de los actores. Mientras tanto, consideró lo más importante de la ley en el país: que todos sus ciudadanos, tanto los nacidos en el país como los extranjeros residentes, tienen acceso gratuito al tratamiento retroviral.