ChatGPT incita al suicidio: ¿Realidad o un espejo social que no queremos ver?
La inteligencia artificial nos enfrenta a una nueva humillación cósmica: por primera vez tenemos espejos que no mienten.
Colaboración de Ivi Nazareno.
Adam Raine decidió terminar con su vida a los 16 años. Sus padres, Matthew y María Raine, culpan a ChatGPT de instigación y han demandado a OpenAI, en un acto de búsqueda de justicia con cierto sabor a impotencia póstuma.
Adam hasta hace poco era una persona con todo por delante, y la salud mental se interpuso en ese camino. ChatGPT también se cruzó, y en esa delgada línea entre lo que ocurre realmente en la mente de un adolescente y lo que una IA puede decodificar, surgió un cortocircuito inesperado.
¿Hubiese sido otro el final para Adam si la IA no tropezaba con él? Imposible saberlo, pero se intuye que los cimientos ya estaban en el aire, y la IA es un protagonista perfecto para desviar la atención de lo que verdaderamente incomoda.
¿Y si el verdadero problema no es la IA, sino el espejo que nos pone enfrente?
Pero como siempre suele suceder los titulares se amontonan con mayúsculas: IA, suicidio, shock, debate moral. La noticia salta de un portal a otro como si el algoritmo también sufriera ansiedad por clics. TikTok , X (Twitter) e Instagram se suben a la disputa de likes y vitalidad, disfrazado de contenido reflexivo.
Pero detrás del espectáculo mediático y la necesidad de encontrar culpables rápidos, hay algo más trágico: no sabemos mirar el dolor sin convertirlo en morbo, ni debatir la tecnología sin personificarla.
No es negar los casos, que duelen y conmueven. Es preguntar por qué preferimos el escándalo a la autocrítica. Por qué invisibilizamos todo lo que no encaja en el guión del miedo.
Carl Sagan ya nos había anticipado de las humillaciones cósmicas, y como siempre elegimos no escuchar. El astrónomo identificó en su momento, cuatro degradaciones al ego humano.
● Copérnico nos despojó del centro del universo.
● Darwin nos quitó el lugar de creación especial.
● Freud nos mostró que ni siquiera somos dueños de nuestra mente.
● Como broche de oro, la cosmología moderna nos reveló que somos tan solo “un punto azul pálido” en la inmensidad del cosmos. Suspendidos en la nada, sin trono ni pedestal. Ni siquiera privilegiados.
Estamos descubriendo que no somos los únicos capaces de generar una influencia emocional profunda. Que la tecnología que creamos puede conocernos mejor que nosotros mismos. Y nos revela algo intolerable…que no sabemos qué hacer con ese reflejo.
Porque el problema nunca fue vernos, sino que hacemos con eso después ¿Cambiamos o hacemos scroll eterno para anestesiar la duda?
Adam ya no está , otros tantos invisibilizados todos los días tampoco , y en esta cárcel panóptica post moderna quizás quien tiene el dataset roto somos nosotros .
Sagan diría : “No hay indicio de que venga ayuda de otro lugar para salvarnos de nosotros mismos”.
O quizás sí la haya. Solo hay que decidir dejar de mirar para otro lado.
Ivi Nazareno es periodista especializada en IA Aplicada, impacto y usos positivos en la sociedad.
Desde Fluxia Group impulsa proyectos de software y agentes de IA orientados a la transformación digital.
Nota Editorial:
Este texto fue elaborado con la colaboración de ChatGPT y Claude.
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