La voz de una hermana cuyas heridas no sanarán. El paneo de las casillas de chapa y los corredores del barrio. Una multitud marchando al pedido de justicia con antorchas encendidas en manos que ilustran una sociedad incendiada por la violencia. La canchita de fútbol, escenario paradójico del crimen si los hay: allí donde debería acontecer el juego se desplegó la masacre. El momento preciso de las condenas a los homicidas. Esos son los elementos que pasean por el tráiler- sólo por el tráiler- de la película del triple crimen de Villa Moreno, que este jueves a las 20:30 se estrena en el cine El Cairo.
El 1º de enero de 2012 tres jóvenes fueron acribillados por error en medio de una disputa territorial por la venta de drogas. La banda del Quemado en su afán por vengar la muerte del Quemadito -su hijo-, a manos de la pandilla del Negro Ezequiel, acabó con las vidas de Mono, Patom y Jere. Aquella madrugada inauguró un 2012 turbulento y abrió un nuevo capítulo en la historia de la ciudad. Rubén Plataneo, puso su mirada cinematográfica en la masacre de los adolescentes que promediaban los 19 años y siguió codo a codo la lucha de los familiares.
Empero, el director, agudizó el abordaje en el entramado de relaciones y complicidades que desnudó el triple crimen en distintas cúpulas del poder: judicial, policial, político. Su conmoción por el caso fue tal que, como relata en diálogo con Rosario Nuestro, detuvo el rodaje de otro filme en el que se encontraba trabajando. Poco importó. La tasa de homicidios en la ciudad llegaba por aquellos años a ser la más alta de Latinoamérica. Con el llamativo dato de que casi el 70% de las vidas que se apagaban eran las de menores de 25 años. Plataneo no pudo contra sus propias emociones, mucho menos después de toparse con los familiares de las víctimas en las calles.»Esa mezcla de desamparo y el reclamo tan apasionado me impactó muchísimo. Ellos estaban haciendo algo distintivo y les solicité una entrevista. Aceptaron y me llevaron a contar lo que había ocurrido a la canchita de Villa Moreno. Fueron muy receptivos y cuidadosos», cuenta sobre el comienzo de una relación que se fue afianzando.
«Esa mezcla de desamparo y el reclamo tan apasionado me impactó muchísimo».
Para el realizador es insoslayable la referencia al punto donde sucedieron los hechos. «Ese lugar de juego y esparcimiento, de encuentros de los niños y las familias de un barrio muy pobre (resalta la palabra muy), pero muy tradicional, organizado y cuidado por los vecinos. Era el sitio donde Patom organizaba la copa de leche para los chicos de la zona», explica con el foco puesto en el choque de elementos que rodean la historia.
Plataneo sigue sobre el escenario, clave en el documental: «Fue el lugar de una coincidencia fatal», y otra vez pormenoriza en los tintes cinematográficos del caso. Dice que la asociación con el cuento de Borges, El jardín de los senderos que se bifurcan, apareció fuertemente en su cabeza cuando llegó el predio. «Sentí que se había producido una especie de vórtice o agujero negro, que se había comido a los personajes y devuelto a la superficie a través del reclamo de justicia, de este caso que es emblemático».
«Sentí que se había producido una especie de vórtice o agujero negro, que se había comido a los personajes y devuelto a la superficie a través del reclamo de justicia».
El juicio por los homicidios marcó una bisagra: fue el primer proceso oral de la provincia de Santa Fe y dio inició a una nueva etapa en la historia del Poder Judicial. Rubén acompañó a los familiares de las víctimas en lo que duró el litigio. Todavía recuerda el momento en que capturó con la cámara las imágenes de la lectura de la sentencia. El director habla de los expedientes de la causa con total soltura. Porque los conoce. Para llevar adelante su obra debió necesariamente apoyarse en la investigación.
Por otra parte, procuró trasladar esa visión que llama «caleidoscópica» a la pantalla. Pues explica que «cada uno en el barrio tenía su propia versión de lo que había ocurrido». Nunca olvida las contradicciones que impregnan al triple crimen: los seres cercanos a víctimas y victimarios compartieron el hall del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez a la espera de los jóvenes agonizantes.»Alejándose un poco se podía ver de un modo muy paradójico todo lo que había pasado», dice.
«Todos decían que los chicos eran barrabravas, que eran soldaditos de una banda narco, que tenían antecedentes de delincuencia…todas mentiras».
«Vi la pelea de los padres de más de un año para que los recibieran las autoridades. También presencié su lucha en instancias judiciales y por lo que ellos consideraban que era limpiar el nombre de sus hijos». El cineasta recuerda el tratamiento mediático del caso: «Todos decían que los chicos eran barrabravas, que eran soldaditos de una banda narco, que tenían antecedentes de delincuencia…todas mentiras, basadas en versiones de la policía, la fiscalía y el gobierno. Lejos de ese perfil, los chicos estaban comprometidos; trataban de paliar de algún modo las carencias de los pibes del barrio».
La película fue presentada en el Festival Internacional de Cine de Mérida y Yucatán en México, con espectadores sacudidos por las coincidencias con otro país flagelado por el narcotráfico. Rubén Plataneo espera el estreno en su ciudad, este jueves con gran expectativa. No fue fácil llegar a estas instancias, con una obra a la que le puso el cuerpo. Como los familiares de Mono, Patom y Jere dejaron los suyos, que se fundieron con los de todo Villa Moreno en un gran abrazo al pedido de justicia.