En medio de la puja política por el aumento de las tarifas, este lunes Mauricio Macri interpeló a los senadores del peronismo bajo la frase «no se dejen llevar por las locuras de Cristina». La respuesta de la expresidenta no se hizo esperar: «Tratar de loca a una mujer. Típico de machirulo«, escribió en Twitter y las redes estallaron. A eso se sumaron los extensos informes en los noticieros radiales y televisivos que se hicieron eco del empleo del particular término. «¿Qué significa la palabra ‘machirulo’?» fue el titular que acaparó la primera plana de los portales e informativos del día.
Cristina Fernández se apropió de una de las palabras en boga que impuso el movimiento feminista en el país para designar al «macho», que no es lo mismo que el hombre. El «machirulo» es el portavoz del patriarcado, el acervo de los lugares comunes de los que las mujeres se hartaron. A veces inconsciente; otras tantas, consciente y hasta perverso.
Incorporado al vocabulario femenino – y feminista – hace poco más de un año, el «machirulo» es al feminismo lo que el «minita» al machismo. Un término poderoso y, por qué no, peyorativo, para referirse al ninguneador serial de mujeres. Al que en el trabajo, en la calle o en el boliche, habla sobre la vestimenta. Al que se desubica con los mensajes o pone el ojo-literal y exclusivamente- en los cuerpos. Unos cuerpos agotados de ser meros pedazos de carne, que a veces gozan de mostrarse y lo desean, pero que ya no tienen más ganas de ser juzgados.
El caso particular de la respuesta de Cristina Fernández de Kirchner al líder de Cambiemos no implica que el presidente sea un liso y llano exponente del «machirulo», ni la exmandataria una feminista de la primera hora, aunque para muchos, ambos puedan categorizarse en ese sentido. Más bien lo que desnudó es una lucha de enunciados que se pone en juego también en la arena política.
En Argentina, los ejemplos que dejaron entrever resabios del «machirulo» sobran . La frase de Cacho Castaña sobre la violación «si es inevitable, relajate y gozá»; o la de Facundo Arana acerca de la maternidad como sumun de la realización femenina; son arquetípicas al respecto. Es que el «machirulo», igual que el macho, más que un sujeto es la expresión de un modelo. Un modelo que, de a poco, y merced a los esfuerzos del feminismo por visibilizar algunas cuestiones, hasta hace poco naturalizadas, se va deconstruyendo.