Carlos Pino viaja desde Rosario rumbo a Cosquín donde actuará este viernes con el conjunto los Trovadores originales junto a la delegación de Santa Fe. En la mitad del camino hace una parada para descansar, lo separan un centenar de kilómetros y tres horas del Atahualpa Yupanqui, escenario que lo vio consagrase en 1963 con Los Trovadores interpretando la canción Puente pexoa.
El Cosquín naciente de los sesenta que compartió con Jaime Dávalos, Jorge Cafrune, Mercedes Sosa y Horacio Guarany, entre otros, no es el de hoy. En ese momento, no hacían falta luces ni sonido para levantar la plaza, se ponía el cuerpo con letra y música, fueron tiempos donde lo descartable era mal visto, todo duraba y perduraba, existía el amor por lo eterno.
En ese momento, surgían grupos de músicos y bailarines folclóricos en cada esquina del país, casi como agua de lluvia al pisar una baldosa. Cosquín percibió esa veta efervescente, apabullante y desde una apuesta hecha por la simpleza de sus vecinos creo el festival más emblemático de nuestra música, un icono cultural que nadie pudo matar ni quienes se robaron el sol en las épocas oscuras del país.
Carlos suele decir que después de la consagración el éxito se incrementó de tal forma que el grupo logró giras internacionales por diversos países europeos y latinoamericanos. También llegó la televisión y la radio donde generaban altos picos de audiencia. Quienes integraba el conjunto en aquel entonces eran: Francisco Romero, Carlos Pino, Sergio José Ferrer y Eduardo Gómez.
De eso pasaron unos largos 55 años. En el andar Pino hizo un exilio interior durante la última dictadura militar, fue prohibido junto con sus compañeros de grupo y en el regreso a la democracia se los olvidó. Sin embargo y ante la adversidad siguió con su mensaje.
Su carrera solista fue fructífera y desde abajo, con la lucha de un musico que no pierde nunca las esperanzas, nunca contó sus éxitos, tiene las añoranzas del hombre sencillo que sólo camina pero que en ese andar construye sus propios caminos.
A sus casi ochenta años mantiene el mismo temple de aquel joven chaqueño que llegó desde Colonia Baranda a Rosario para trabajar y que el andar lo cruzó con quienes serían sus compañeros de sueños. Hoy sólo él lleva ese mensaje que nunca deberá perderse.
Quien lo acompaña también desde hace muchos años es su compañera, Estela Zeballos, primero fue su admiradora y hoy es la luz de sus ojos que lo sigue vaya donde vaya. Estela está en todos los detalles, maneja su agenda, atiende el teléfono y marca el contacto con la prensa.
Nacida en Cosquín, lo que remarca en cada charla, comenta que está escribiendo un libro de anécdotas sobre la vida de su marido, que no para de crear, y este año tendrá como proyecto musical dar vida a una segunda parte de La forestal de la mano de los textos de Rafael Ielpi
¿De qué se trata el homenaje?
El homenaje nace a raíz de que tanto Estela como yo habíamos hablado con el gobernador, porque hicimos un llamado de atención porque no nos estaban dando bolilla los tomadores. En su comienzo hemos sido muy mimados por los tiempos de antes. A raíz de eso nace todo ese homenaje, que se nos ofrece a nosotros ahora con la ida a Cosquín; que me pareció muy lindo, muy bien armado, muy buen hecho. Esa es un poco la expectativa de Cosquín, vamos a ver como sale todo eso.
Durante el gobierno militar usted tuvo que dejar de cantar
Si, claro, no tenía otra alternativa. ¿Qué otra cosa iba a hacer? Yo me exilie en mi propio país. En aquel momento, con los militares, muchos como Mercedes (Sosa) por ejemplo y otra tanta gente, se fueron del país. Cuando se terminó ese momento, volvieron. Lo más triste, como nosotros nos quedamos acá en el país, los que se fueron volvieron con gloria, fueron buen recibido. Y a nosotros, nos dejaron un poco olvidados. Fueron cosas que pasaron y quedaron en el recuerdo, nada más.
¿La década de oro del ‘60 fue realmente el fenómeno? Su grupo en la década del llegó a vender millones de discos
El folclore andaba muy bien. Tal así, que cada grabadora, las más importantes que había 4 o 5 nomás, todas tenía su grupo y se difundía muchísimo. La difusión era muy grande. Nosotros, siempre recuerdo, cuando aparecemos en la CBS (Columbia que ahora es Sony Music) y grabamos ahí; en los primeros tiempos con el “Puente pexoa” que fue el boom, en el festival de Cosquín especialmente, vendimos discos y nos mantuvimos por mucho tiempo (casi un año) a la cabeza del rating. Estábamos arriba de los Beatles.
¿Qué pasa con la música litoraleña? En los grandes festivales está dejada de lado ¿Coincide con eso?
Me parece porque falta contar historias, faltan nuestros tan olvidados poetas que escriban. Cuando uno piensa en el Litoral, piensa en el Chamamé de Corrientes y no cuenta historias o son muy burdas, sin contenido, sin contar cosas.
Usted se rodeó para sus canciones de los más grandes poetas ¿Recuerda alguna en especial?
Con Armando Tejada Gómez nació una canción que se llama “Entraña de árbol”, que musicalizó. El poema lo hizo Armando para mí porque dice: ´soy nacido en Baranda, el lugar muy olvidado, se llevaron el tanino y el pueblo se fue secando´. Eso fue Armando Tejada Gómez. Esas cosas fueron grabadas y por eso trasciende también. Además, faltan hacer grandes espectáculos contando historias, que es lo que nosotros tuvimos la suerte de hacer.