Sin esperar a agotar los plazos legales, el juez Sérgio Moro, el pertinaz acusador de Luiz Inácio Lula da Silva, ha dictado esta noche el inmediato ingreso en prisión del expresidente de Brasil. No habían pasado ni 24 horas desde que el Supremo Tribunal Federal (STF) decidiese, en la madrugada de este miércoles denegar el último recurso de Lula, condenado a 12 años por corrupción, cuando Moro dictó un auto fulminante para decretar su encarcelamiento. El juez concede a Lula, «por la dignidad de su cargo» la oportunidad de entregarse él mismo a la justicia antes de las cinco de la tarde de este viernes.
La casi automática acción de Moro fue un nuevo sobresalto para centenares de miles de brasileños que habían permanecido despiertos hasta casi la una de la madrugada, para seguir la sesión del STF que, después de casi 11 horas de debate, decidió, por el estrecho margen de seis votos contra cinco, denegar la solicitud de habeas corpus del expresidente. Más allá de las reacciones en la calle de los partidarios y detractores del líder del PT, concentrados en Brasilia en las cercanías del tribunal, las calles del país amanecieron como un día más, sin especiales agitaciones. Se esperaba que el ingreso en prisión se demorase aún unos días, pero Moro no esperó más.
El STF no examinó el fondo de la cuestión, los hechos que sustentan la acusación de que el expresidente recibió un apartamento como soborno de una la constructora, sino solo si era pertinente su ingreso en prisión cuando la condena al expresidente, en segunda instancia, todavía no es firme. La discusión llegó al último momento con un empate entre los magistrados.
Unos argumentaban que esperar a la resolución final de procesos judiciales prolongados durante años es una garantía de impunidad. Otros esgrimían el derecho a la presunción de inocencia. Fue el voto de la presidenta del tribunal, Cármen Lúcia, el que deshizo el empate y señaló a Lula el camino de la prisión.
La inminente entrada en la cárcel de Lula saca de la carrera electoral al candidato que encabezaba holgadamente todas las encuestas, con una intención de voto de alrededor del 35%. Ahí están incluidos los grandes feudos del Nordeste, la región más pobre del país, donde el apoyo a Lula alcanza en algunas zonas proporciones de casi el 70%. Todos los especialistas señalan que otro candidato del PT, con el apoyo de Lula, incluso desde la cárcel, podría retener una parte de ese voto, aunque de ninguna manera su totalidad. Eso abriría un hueco a ser explotado por cualquiera y no necesariamente desde el campo de la izquierda.