El papa Francisco defendió esta mañana enfáticamente al obispo de Osorno, Juan Barros, acusado por sus críticos de ser un encubridor de los abusos cometidos por el padre Fernando Karadima cuando era su colaborador en una parroquia de Santiago.
“No hay una sola prueba en su contra, todo es una calumnia”, dijo Francisco ante una pregunta al acercarse a los periodistas para agradecer el acompañamiento de los chilenos a su visita cuando entraba al predio de Iquique donde iba a celebrar la última misa de su visita a Chile.
Con todo, el Papa aclaró: “El día que me traigan una prueba el obispo Barros, voy a hablar». Francisco había designado al cuestionado prelado obispo de Osorno en 2015, ocasión en la que se alzaron críticas por su decisión y una airada protesta en su toma de posesión.
El padre Karadima fue expulsado del sacerdocio en 2010 luego de que se le comprobaran numerosos abusos. De gran carisma y vinculaciones con la clase alta y la dictadura del Pinochet, Karadima se convirtió en el principal exponente en Chile de los clérigos abusadores.
La presencia de Barros en las misas que Francisco ofició en Santiago y Temuco y ahora en Iquique reavivaron las críticas hacia su persona de las víctimas de Karadima, entre otras voces que se alzaron.
Algunos en la Iglesia consideran que, para no complicar al Papa, Barros no debió asistir a esos oficios, más allá de si fue un encubridor o no. El mismo Barros se defendió así mismo. Desde Iquique pidió: «dejen de molestar». Y reveló que el Papa fue «muy cariñoso y apoyador» con él.
«El Papa fue muy cariñoso al final de la misa (en Temuco), dándome palabras de ánimo. Las palabras específicas me las guardo en el corazón, pero fueron palabras muy lindas de apoyo, cariño», agregó Barros. «El Santo Padre ha sido siempre conmigo muy cariñoso, muy apoyador y eso a uno, como hijo de la iglesia, como sacerdote y obispo, lo alegra, lo fortalece», añadió, según citaron los diarios chilenos.
Fuente: Clarín