El socialismo santafesino volvió a juntarse. Ahora falta lo más difícil: volver a convencer
Opinión, por Mauro Yasprizza.
Por Mauro Yasprizza.
Una liturgia partidaria que promete “unidad y proyecto”, pero deja en el aire la sensación de que el socialismo habla más de lo que escucha.
Hay reuniones políticas donde uno sale con la idea de que algo está cambiando. Y hay otras donde todo parece un ejercicio de autoayuda colectiva. El plenario socialista del fin de semana se inclinó peligrosamente hacia lo segundo.
Más de 300 militantes, una puesta en escena prolija y un repertorio de frases que, si uno cerraba los ojos, parecían recicladas de campañas pasadas. El socialismo santafesino aseguró que está listo para volver a disputar poder. El problema es que el poder no se disputa con consignas: se disputa con votos. Y esos hace rato que les son esquivos.
Garibaldi: el dirigente que promete futuro, pero heredó un pasado que pesa
Paco Garibaldi desplegó el discurso más entusiasta, casi como si quisiera ser el encargado de anunciar el renacimiento socialista. Habló de participación, de humanismo, de juventudes protagonistas. Todo impecable… salvo por un detalle:
el socialismo está obsesionado con convocar jóvenes, pero hace años que no logra retenerlos.
El llamado a “ser protagonistas” suena hermoso. Pero los jóvenes ya no se emocionan con palabras bonitas: quieren resultados. Y la política, cuando no los ofrece, envejece rápido.
Clara García: la reivindicación afectiva de un partido que perdió el pulso social
Clara García tiró una de esas frases que quedan flotando: “Hay que reencontrar el cariño con la gente”.
Traducido al lenguaje no partidario: la gente dejó de querer al socialismo hace tiempo. No por maldad, sino porque la política se volvió un examen permanente y el socialismo se acostumbró a rendirlo con la tranquilidad de alumno ejemplar.
Hoy la sociedad busca algo más que buenas intenciones: busca soluciones que duelan menos que la realidad. La afirmación de que la ideología “no va a cambiar” es coherente, sí, pero también inquietante. Cuando todo cambia alrededor, declararse inmutable suena a orgullo… o a desconexión.
Farías y Paulón: institucionalidad como refugio, no como motor
Los diputados nacionales insistieron en el sello socialista por excelencia: ser ordenados, responsables, previsibles.
Todo muy valioso para una cátedra de Derecho Constitucional.
Pero la calle está pidiendo otra cosa: capacidad de representar malestares, no solo de administrar expedientes.
El socialismo logró instalar ideas, dijeron. Correcto. Pero instalar ideas no es lo mismo que instalar votos, y el partido lleva años en déficit.
Juventudes Socialistas: el grito incómodo dentro del propio partido
La intervención de Bianca Scalenghe fue, quizás, lo más honesto del plenario.
Los jóvenes —dijo— no son culpables de los problemas del país, aunque muchos quieran hacerles creer lo contrario. Y pidió más espacios reales, no simbólicos.
Traducción ácida: los jóvenes están hartos de ser usados como escenografía de renovación mientras las decisiones se siguen tomando en mesas donde la edad promedio podría habilitar la jubilación.
Jatón y la épica moral del socialismo: un capital valioso, pero insuficiente
Emilio Jatón reivindicó que las gestiones socialistas no terminan en Tribunales. Un dato irrefutable y un activo político enorme. Pero incluso eso —que en otros tiempos era un diferencial— hoy no alcanza para seducir a nadie.
La honestidad ya no es un valor agregado: es un mínimo indispensable. El desafío es mostrar qué más ofrecen además de eso. El socialismo volvió a hablar. Ahora debe demostrar que aprendió a escuchar
El plenario dejó una certeza: el socialismo quiere volver a escena. Quiere recuperar peso, narrativa y protagonismo. Se siente con derecho a reclamarlo.
Pero también dejó un vacío: ¿qué tiene para decirle a una sociedad que cambió más de lo que el partido está dispuesto a admitir?
Unidad y proyecto son palabras nobles.
El riesgo es que queden como slogans en una pared interna, sin traducirse en una estrategia capaz de recuperar territorio político real.
El socialismo santafesino anunció que está listo para volver. Ahora falta que alguien afuera del salón también lo crea.

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