El título fantasma que hundió a Belloso: cómo un invento de AFA dinamitó el sueño político del “Pejerrey” en Rosario
Opinión, por Mauro Yasprizza.
Por Mauro Yasprizza.
La maniobra más polémica de Claudio Tapia expuso a Gonzalo Belloso en el peor momento y desató una crisis que mezcló poder, fútbol y ambiciones frustradas. El “campeonato” sin partidos rompió la ilusión del massismo, detonó internas y dejó al presidente de Central atrapado en una tormenta que no pidió… pero tampoco pudo esquivar.
El escándalo que sacudió a la AFA la última semana hizo implosionar un proyecto político que venía cocinándose en silencio: la posible candidatura de Gonzalo Belloso a la intendencia de Rosario. La decisión de adjudicarle a Central un “título” por puntos acumulados —un experimento administrativo sin aval social ni deportivo— terminó no solo en revuelta futbolera sino también en un golpe directo al corazón del massismo, que seguía con atención la evolución pública del presidente canalla.
La polémica determinación de Claudio “Chiqui” Tapia, amplificada por la resistencia generalizada de clubes y dirigentes, arrastró a Belloso a un terreno que no buscó pisar: el de la sospecha, la conveniencia y la lectura política en clave de favoritismos. El clima se enrareció a una velocidad quirúrgica. El fútbol argentino, ya habituado a los golpes de calor institucional, entró en combustión cuando Estudiantes se plantó, el Gobierno nacional aprovechó el ruido y el famoso “pasillo de campeón” se transformó en una postal de humillación pública que recorrió el país.
En Rosario, el impacto fue doble: la imagen del club quedó jaqueada por decisiones que no tomó y la de su conducción quedó pegada a un premio que nadie pidió. En una ciudad donde el fútbol no es identidad sino religión, cualquier dirigente que lleve colores tatuados sabe que una aventura electoral empieza con media cancha en contra. Y ahora, en el caso de Belloso, esa mitad viene con megáfono.
La crisis atrapó al presidente de Central justo cuando su figura empezaba a asomar como opción para sectores del peronismo. Desde 2022, Belloso y Carolina Cristinziano habían logrado rescatar al club del caos institucional, recuperar lo deportivo, multiplicar los socios y reconstruir una relación con la AFA que había empezado torcida. Los éxitos deportivos, el regreso de Ángel Di María y la expansión del gigante de Arroyito habían devuelto brillo a su nombre. Y en la política nacional se interpretaba ese fenómeno como un activo.
Pero el fútbol argentino es experto en convertir una racha en un derrumbe. El invento reglamentario que pretendió coronar a Central por decreto terminó dejando heridas internas, fastidio generalizado y una sensación: el sistema Tapia-Toviggino entró en zona roja. El conflicto ya no enfrenta solo a la AFA con algunos clubes, sino dos modelos de gestión del fútbol: el que todavía defiende identidad social y el que coquetea con un negocio privatizado.
En ese terreno fracturado, Belloso quedó mal parado.
No por acción directa, sino por la lógica cruel del poder: cuando el barco se bambolea, se hunden más rápido los que estaban en la cubierta. Nadie en su espacio descarta su potencial, pero hoy su nombre aparece rodeado de más ruido que certezas.
Las fuentes que siguen de cerca el mapa electoral de Rosario son tajantes: “Cualquier candidato identificado con Central o Newell’s arranca con la mitad de la ciudad en contra. Y con este escándalo, peor todavía.”
Mientras tanto, en la trastienda política, algunos sectores reacomodan fichas, otros buscan despegarse y el massismo intenta evitar que el coletazo de este bochorno deportivo salpique más de lo necesario. Porque si algo quedó claro en este episodio es que en Argentina no existe frontera firme entre la pelota y la política: cuando una explota, la otra recoge los pedazos.
Y esta vez, los pedazos cayeron justo sobre el proyecto Belloso.

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