Fabbiani, fin de un espejismo: Newell’s tocó fondo y la dirigencia por fin se animó a reaccionar
Opinión. Por Mauro Yasprizza.
Por Mauro Yasprizza.
Cristian Fabbiani ya es pasado en Newell’s. La derrota ante Argentinos Juniors fue el golpe final de un ciclo que se sostenía por inercia, más por capricho dirigencial que por méritos futbolísticos. El presidente Ignacio Astore, finalmente, tomó la decisión que venía postergando: despedir a un entrenador que nunca logró darle rumbo a un equipo perdido en su propia confusión.
El Ogro había llegado en febrero, con la promesa de “devolverle la identidad” al club. Pero la realidad fue otra: un semestre caótico, con apenas dos triunfos, goleadas bochornosas como la de Boca y una eliminación en Copa Argentina que dejó al plantel al borde del abismo anímico y futbolístico. Newell’s terminó convertido en un equipo sin alma, sin plan y, lo que es peor, sin respuestas.
El ciclo de Fabbiani se sostuvo demasiado tiempo, incluso cuando el fútbol pedía a gritos un cambio. El rendimiento fue tan opaco como previsible: planteos confusos, declaraciones grandilocuentes y una desconexión evidente con el vestuario. La ilusión inicial se derrumbó en cámara lenta, hasta dejar una certeza insoportable: el entrenador no tenía cómo sostener el barco.
La dirigencia, lenta para reaccionar, quedó expuesta. Astore eligió sostenerlo incluso después de las señales más claras del derrumbe, dilatando una decisión que ahora llega tarde. Porque lo que debía ser un proyecto terminó convertido en una sucesión de frustraciones, con una hinchada que perdió la paciencia y un equipo que coquetea peligrosamente con el descenso.
Entre los nombres que aparecen como posibles reemplazantes figura Lucas Bernardi, alguien de la casa que conoce el club y su gente. Pero más allá del apellido que venga, Newell’s necesita algo más profundo: reencontrarse con su dignidad futbolística, esa que el ciclo Fabbiani terminó por desfigurar.
Porque a veces, los proyectos no fracasan por falta de tiempo, sino por ausencia de rumbo. Y en Newell’s, hacía rato que el volante estaba suelto.
Para comentar, debés estar registradoPor favor, iniciá sesión