Por Tatiana Pace
Andrea era una niña cuando la televisión desembarcó en Argentina. Las pantallas se llenaban de color y en sus ojos todo era fascinante. Las novelas y publicidades comenzaban a moldear los pensamientos, y Virginia Slim revolucionó el ideal femenino de esos años con su comercial. “¡Has recorrido un largo camino muchacha!”, resumía la marca de cigarrillo, después de que una mujer salga de la jaula que la tenía cautiva, limpiando y planchando, develándose ante el mundo mientras fumaba con un reluciente vestido rojo.
Aquellas palabras no sólo engloban el recorrido del feminismo, sino que aún resuenan dentro de ella, que también ha transitado un largo camino. Andrea Brunetti, ahora abogada y Jueza de Familia, realiza un balance de su trayectoria, entre género y Justicia. “Feministas tenemos que ser todos”, reflexiona orgullosa a días del #8M. Una fecha emblemática según ella, ya que es importante reconocer que “gracias al feminismo tenemos los derechos que tenemos ”.
La Justicia no para dice la abogada, que todos los días se levanta para hacerle frente a causas que pueden ir desde la violencia hasta el abuso, dentro de un ámbito que lo hace más doloroso: la familia. Separar lo personal de lo profesional no ha sido una tarea tan difícil para ella. A través de la experiencia, Andrea asegura que ha descubierto que dentro de ella posee una imparcialidad nata, a pesar de desempeñarse en un fuero en donde las historias familiares pueden tocarla de cerca. No obstante, resalta que los jueces y juezas deben tener una preparación muy amplia en todas las ramas del derecho pero, principalmente, una profunda experiencia de vida, para generar empatía y sensibilidad con la gente.
La militancia feminista y el Poder Judicial comparten el mismo principio moral, en una mirada generalizada, respetando y dando a cada uno lo que corresponde. Hasta pueden convivir ayudándose mutuamente. Cada día, en su despacho, la jueza iguala en la balanza estos dos pilares. “Tenemos muchas ocasiones de hacer justicia en este aspecto porque, precisamente en la familia, el rol de la mujer, histórica y culturalmente, está muy asignado”, explica, y asegura que las unidades familiares a las que ella intenta dar solución al conflicto son estructuras donde la mujer está estereotipada y eso favorece a la violencia de género.
En los últimos días, trascendió en los medios que las denuncias por violencia de género aumentaron. Este análisis genera una doble lectura. Si bien son más los casos de violencia, porque “estamos enfrentados como sociedad”, también se denuncia más. “La información es una de las formas de combatir los estereotipos patriarcales”, destaca Andrea y le atribuye el haber felicitado canales de denuncia a las mujeres y haberlas impulsado a denunciar, destacando que quizás una denuncia no le solucione la vida a una víctima, pero sí va a estar mejor denunciando. Peor es no hacerlo.
Las problemáticas de género son amplias y el Día de la Mujer, es una fecha más para cuestionarlas. En los encuentros de cara al 8 de Marzo, el abuso sexual, producto del machismo, fue uno de los ítems más hablados. “Es una tema muy sensible, que nos toca de cerca en el juzgado”, cuenta la doctora. Para ella, son casos difíciles y delicados porque la única prueba es el testimonio de los chicos y compara tristemente: “A la mujer no se le cree cuando denuncia, a los niños tampoco, aún siendo sujetos de derechos. Uno tiene que estar preparado para escuchar ese tipo de relatos”.
“Mi preocupación número uno es la violencia familiar”, afirma Brunetti, ya que la mayor cantidad de expedientes que se encuentran en el juzgado son las denuncias por este tipo de maltratos. Según data, en lo que va del año, el 64% de las causas son de violencia familiar, a pesar de que hayan dentro de la Justicia una amplia gama de competencias.
Con los años, Andrea entendió que su mamá tenía razón: “De chiquita defendía a todo el mundo, y en casa me decían tanto ‘tenés que ser abogada’ que lo asumí”. Su camino quizás iniciaba ahí, mientras de fondo resonaban las publicidades de Virginia Slim. Luego, estudiando Derecho, siempre aspiraba a ser jueza, “pero lo veía algo muy pero muy lejano”. Entre lo civil y lo penal, fue ejerciendo su profesión y advierte: “No es nada sencillo, ser abogada para una mujer, ganarse un espacio”.
Su interés no se centraba en ganar un juicio, ella buscaba que las cosas tuvieran una solución justa. De a poco, fue dedicándose a la prevención y asesoramiento del conflicto y allí encontró su vocación: “Más marcada en solucionar que en ganar”. Sin embargo, esta muchacha ganó más que un largo camino y supo sortear las dificultades que, por ser mujer, se le presentaron. Para la jueza vamos por el buen camino y su sentencia fue clara: “El 8 de Marzo nos vemos todas”.