Pablo Emilio Escobar Gaviria, «El Patrón», murió el 2 de diciembre de 1993, hace 24 años. El conocido narcotraficante, más en los últimos años por el boom de las series que lo tienen como protagonista, murió arrinconado en un tejado de los bajos fondos de Medellín por el Bloque de Búsqueda, un grupo especial con más de 500 hombres que el gobierno había creado para encontrarlo y acabar con su vida. Todavía queda la duda de qué pasó en ese arrinconamiento: ¿Lo mataron o se suicidó, como siempre dijo que iba a hacer?
El líder del Cartel de Medellín era excéntrico, anti estadounidense, asesino, líder natural. Se ganó el cariño del pueblo colombiano mientras ordenaba más de 10.000 asesinatos y amontonaba la mayor fortuna de su país y una de las mayores del mundo, una que superaba los 9.000 millones de dólares. También inspiró ficciones como «Narcos» o «Escobar, el patrón del mal», e incluso grandes temas del rock nacional argentino, como Me Matan Limón, de Los Redonditos.
El día de la muerte de Escobar, sin embargo, continúa siendo una incertidumbre. Desde el día en el que escapó de «La Catedral», la prisión con todos los lujos que puedas imaginar construida por él, Pablo Escobar sabía que su fin estaba cerca. En un intento por retrasar su captura, el Cartel de Medellín comenzó una nueva campaña de asesinatos de manos de más de un centenar de sicarios. Pero el Bloque de Búsqueda le pisaba los talones a Escobar. Lo único que necesitaban era una llamada para poder rastrear su posición.
El 2 de diciembre Escobar contactó con su hijo Juan Pablo, aunque hay quien asegura que fue la propia madre de El Patrón quien lo vendió. Sin embargo, y según esa historia oficial, el llamado sirvió para localizarlo. Escobar no estaba solo. Su guardaespaldas, Álvaro de Jesús Aguleo, «El Limón», se encontraba con él. Cuando tres policías entraron en la casa, ambos buscaron la ventana más cercana para continuar su huida por los tejados vecinos, pero estaban rodeados.
El primer disparo que alcanzó a Pablo Escobar procedía del fusil de un agente que cubría la salida posterior de la casa, como cuenta César Cervera. El «capo» fue alcanzado en la parte de atrás del hombro por una bala que se alojó entre los dientes 35 y 36, según el dictamen de los forenses. Un segundo disparo perforó su muslo izquierdo, lo que le impidió volver a levantarse. Y el tercer disparo comenzó la polémica. El proyectil alcanzó la cabeza de Pablo Escobar. Lo hizo a poca distancia y entró desde el lado derecho de la cara para salir por el izquierdo. Ante eso, la familia Escobar mantiene que el narcotraficante, al verse acorralado, se suicidó. De hecho, las últimas palabras de Escobar, recogidas en una de las grabaciones telefónicas realizadas por el Bloque de Búsqueda, se escucha: «A mí nunca en la gran puta vida me van a atrapar vivo». Sin embargo, este hecho ha sido desmentido en diferentes ocasiones por el Bloque de Búsqueda, que posó felizmente con el cadáver del narco como trofeo.