Por Mauro Yasprizza.
Hay decisiones en el fútbol argentino que ya no sorprenden; apenas confirman la sospecha permanente de que todo puede ser moldeado —o directamente inventado— según la necesidad del momento. Lo de la AFA y la Liga Profesional creando un “título anual” en una reunión que, supuestamente, debía definir el calendario 2026, supera incluso ese estándar. Es casi un acto creativo, un alarde de artesanía institucional: cuando hace falta un trofeo, se fabrica. Y listo.
El nuevo invento consagra “Campeón de Liga” al equipo que termine arriba de la Tabla Anual. Hermoso concepto… que curiosamente beneficia, ya mismo, al Rosario Central de Ángel Di María. Casualidad, dirán algunos. Intervención divina, insinuarán otros. En el fútbol criollo, los milagros suelen tener fecha, hora y nombre propio.
Lo más pintoresco es que la escena no ocurrió después de una final, ni en una cancha, ni siquiera ante la gente. No: ocurrió en Puerto Madero, entre café frío, carpetas de reuniones y la bendición silenciosa del “Chiqui” Tapia. De esas decisiones que nacen sin público pero salen a la calle como títulos solemnes, con trofeo incluido y foto de combi para la posteridad.
La delegación canalla llegó con Belloso, Di María, Holan, Cristinziano y “Fatura” Broun, que terminó cargando el trofeo como quien lleva la torta de cumpleaños de un sobrino. Y a falta de final, hubo conferencia improvisada. “Era un plan que viene hace años”, dijo Belloso. Qué casualidad: justo se destrabó ahora, cuando Central está en la cima. A veces los calendarios son así de oportunos.
A esta altura, discutir si Central “merece” el título es irrelevante. Hizo más puntos que nadie, jugó mejor que muchos y perdió poco. Pero eso no es lo que cruje. Lo que irrita —lo que huele a trazo grueso, a guiño interno, a acomodo elegante— es la forma. La facilidad con la que el fútbol argentino inventa categorías, acomoda reglamentos y crea estrellas nuevas que aparecen con la velocidad con que desaparecen los descensos.
Este nuevo título convivirá con Apertura, Clausura y Trofeo de Campeones, ampliando un firmamento ya saturado. En cualquier momento, tendremos campeonatos estacionales: “Campeón de Otoño”, “Rey del Mes de Julio”, “Supercopa de Quién Sabe Qué”.
El problema no es Central. El problema es el hábito. La liviandad con la que la dirigencia se permite jugar con el sentido de la competencia, moldeando la historia a gusto del momento. Y el silencio cómplice de un fútbol que acepta estos parches como si fueran tradición y no artesanía apurada.
Pero bueno: así es el fútbol argentino. A falta de épicas, se escribe historia por decreto. Y si de vez en cuando una estrella nueva ilumina el cielo… siempre habrá quien la celebre, quien la critique y quien la facture. Porque, en este país, incluso los títulos se fabrican. Y lo hacen en tiempo récord.

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