El 22 de noviembre de 2015, cuando todavía sonaban las campanas del balotaje que resolvía que Mauricio Macri iba a gobernar el país por los próximos 4 años, la Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvía el fallo a favor de las provincias de Santa Fe, Córdoba y San Luis en donde ratificaba el pedido de que se deje de retraer el 15 % a las provincias por parte de Anses correspondiente a la coparticipación.
Desde ese entonces, durante las últimas horas del gobierno kirchnerista, Santa Fe empezó a percibir ese porcentaje extra de repartos de fondos federales, pero el fallo no finalizaba allí. La máxima autoridad judicial indicó en su resolución que el Estado nacional debía hacerse cargo de todo lo sustraído de manera confiscatoria en el pasado. Esa “deuda histórica”, generada por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, fue motivo de negociación entre Miguel Lifschitz y el presidente actual desde mediados de diciembre de ese mismo año.
Promesas van, pedidos vienen, pero lo cierto es que al 21 de septiembre, con la llegada de la primavera y los aires de felicidad que a las flores acompañan, todavía no se ha resuelto el pago de lo que, a dinero de hoy, se ha vuelto una bola de nieve cada vez más grande. Gonzalo Saglione, ministro de Economía provincial, estima que la acreencia a la fecha es de 50 mil millones de pesos.
El gobierno nacional ha hecho oídos sordos a la propuesta de pago que entregó hace dos meses la provincia a los funcionarios nacionales: 30% en efectivo ahora y el resto a mediano plazo con colocación de bonos internacionales. Desde el Ministerio del Interior a cargo de Rogelio Frigerio anticiparon que pronto elevarán una contrapropuesta, aunque todavía no hay novedades al respecto.
La tensión fue creciendo. Inclusive hace un mes que Lifschitz y su equipo amenazan con volver a la Corte Suprema si no encuentran respuestas en el diálogo, mientras que desde la Casa Rosada insisten en que Santa Fe “ya está recibiendo millones de pesos extras porque no se le retiene más el 15% y la deuda no se generó en el gobierno de Cambiemos”.
Hasta en los últimos días desde La Capital provincial llegó una información de que el gobernador no ve con malos ojos la colocación de títulos públicos en el mercado internacional por 1000 millones de dólares con el aval de Nación, coincidentes con ese 30% que exige del pago en efectivo. Y hacer el famoso “que la pague Dios”, en este caso “que la pague Mauricio Macri”.
Lo cierto es que sin el acuerdo político entre las partes no hay resolución posible. Y todo hace prever que antes del 22 de octubre, fecha de la contienda electoral, va a ser imposible llegar a un acuerdo. Porque la disputa por el tercer distrito nacional está más vigente que nunca, el 2019 está más cerca y las estructuras de poder no quieren ceder ni un centímetro.
De reparto a protagónico
La “deuda histórica” significa para Santa Fe tres años de presupuesto de obra pública. No es un dato menor teniendo en cuenta todo lo que se podría hacer con ese dinero. Y el gesto que se esperaba del gobierno nacional de incluir parte del pago en el presupuesto 2018 no llegó. Luciano Laspina, segundo candidato a diputado nacional de Cambiemos, pasó a ser un jugador central en esta disputa y salió de las sombras de Albor Cantar.
Laspina, rosarino, es el presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados y aspira en octubre a renovar su banca. A él apuntaron los cañones desde el gobierno provincial. Luis Contigiani subió el tono de sus declaraciones respecto a la “defensa de la provincia” y acusa al candidato de defender “los intereses del gobierno central y no de los santafesinos”.
Por la otra parte, Cambiemos insiste que la nueva estrategia de pago “está al caer” y en estos días se dará a conocer. El eje temático que el Pro y sus aliados en las PASO quisieron evitar discutir, se convirtió en un eje de campaña tras la insistencia en el reclamo por parte del socialismo, y ahora deberán resolver para que no se le vuelva un contrapeso en su discurso de nueva política y diálogo por sobre todo.
La negociación está abierta aún, pero si siguen tensando en algún momento se va a romper. ¿Cuán elástico es? Esto es política, hasta que quieran los intérpretes. La deuda dejó de ser un tema económico hace rato.