Decir que «Nadie nos mira» en la era de la omnipresencia de la imagen parece una contradicción. Hoy, bajo el imperio del desfile virtual de las redes sociales, todos parecen observar, a sí mismos y a los demás. Pero la película de Julia Solomonoff que lleva ese título va por otros caminos. El desarraigo, la búsqueda de la identidad y la soledad son sólo algunas de las temáticas que la atraviesan. Aunque la apariencia es una cuestión también importante dentro de la diégesis, protagonizada por Guillermo Pfening.
Pfening es «Nico», un actor latino que, como Solomonoff, emigra a Nueva York para probar suerte. Su aspecto físico y acento no cuajan con el del latino medio exigido para la actuación y se ve forzado a trabajar como baby-sitter. La asociación con la experiencia personal de la directora rosarina, quien reside en la ciudad de los rascacielos, es casi inmediata. La guionista confiesa que en ocasión de su llegada al país del norte para estudiar «hace más de 20 años» se desempeñó como niñera para subsistir, entre otras labores que emprendió de «manera ilegal».
«No sé si es autobiográfica, pero sí muy personal. Varias escenas se nutren de vivencias mías y otras de gente muy cercana», dice Solomonoff acerca de su pieza que despertó las críticas positivas de quizás el periódico más famoso del planeta, «The New York Times».
«El idioma se come algo de uno. El cambio cultural nos obliga a entender quiénes somos», prosigue la artista a la que poco se le nota la procedencia local en su decir. Solomonoff habla claro y marca las eses enfáticamente, algo que escasea por estos pagos.»Igual no es una mirada negativa, yo siento que a mi me hizo muy bien. Amplió mi mundo y me ayudó a entender quién soy», señala al referirse al choque entre culturas, que la toca tan de cerca.
Sin embargo, para ella hay muchas personas «que hacen sacrificios muy grandes por pertenecer a un lugar que no los reconoce. Gente que dedicó años de su vida a este país, y que hoy se ve amenazada», afirma acerca del fin de DACA, el programa de protección a la inmigración del ex presidente Obama al que Trump desestimó la semana pasada, dando concreción a las promesas de campaña en torno a políticas xenófobas.
«Son chicos que han hasta ido a guerras por un país que hoy los expulsa», señala en ese sentido la también docente. «Es casi imposible no mirar la película con el lente de la actualidad», dispara con total seguridad.
La asistencia perfecta a sus clases universitarias le impiden a la realizadora estar presente para la exhibición de «Nadie nos mira» en el marco del Festival Latinoamericano en Rosario, su ciudad natal. «Fue la ciudad que más banco a la película» admite antes decir adiós.