Entre 15 y 20 minutos después de otra dura derrota de Central, en el Gigante 3-1 ante Argentinos Juniors, con una actuación pobrísima desde lo individual por consiguiente, también desde lo colectivo, Paolo Montero se presentó en la sala de conferencia de prensa y lo primero que hizo fue referirse a la siguiente «final» del Canalla, el lunes 23 en cancha de Instituto de Córdoba frente a Godoy Cruz por los cuartos de final de la Copa Argentina.
Montero invirtió los pasos habituales en estos casos, primero habló con los periodistas y más tarde se reunió con los dirigentes en el vestuario, donde por lo que averiguó Rosario Nuestro, quienes deciden sobre el futuro institucional del club observaron en el uruguayo el temple necesario para seguir en su cargo tratando de encontrarle el rumbo a su equipo de una vez por todas.
Lo cierto es que el escenario vuelve a ser prácticamente el mismo que en la antesala al duelo ante Boca en Mendoza. La Copa Argentina es claramente el árbol que a duras penas se sostiene en pie para tapar el bosque y allí tiene una posibilidad más el ex técnico de Colón para ver si logra una reacción anímica y futbolística de un equipo que justamente salvo ante el Xeneize pareció estar tirado en la cancha.
¿Qué significa un equipo tirado en la cancha? Ni más ni menos que se trata de un conjunto de 11 jugadores puestos en el campo de juego sin un plan de juego definido, con un agregado que resulta ser imperdonable: la ausencia de actitud y rebeldía.
El quid de la cuestión es ahora saber si Montero podrá en los próximos nueve días que faltan antes de que llegue su plazo definitivo al frente de Central, el partido ante Godoy Cruz, como para corregir sus propios errores a la hora de plantear los encuentros como así también lograr que los jugadores le devuelvan una diferente imagen desde lo actitudinal, principalmente.
Después, otra situación que debería darse en poco tiempo es que los futbolistas cuyos rendimientos están en el subsuelo desde el inicio mismo de la temporada, como Leonardo Gil, Gustavo Colman, Santiago Romero, o Federico Carrizo entre los de más actuaciones pobres de forma reiterada, reviertan sus pálidas imágenes en este tiempo.
Central atraviesa una profunda crisis futbolística en la que el entrenador equivoca los caminos partido tras partido salvo cuando leyó a la perfección lo que había que hacer ante Boca y en la misma sintonía están los jugadores, que no repitieron en ninguna otra ocasión la misma concentración, actitud y compromiso ante un plan de juego determinado.
Pese a que todo indicaba que se trataba de fin de ciclo, Montero se dio una vida más, él mismo se extendió su plazo al frente del primer equipo canalla hasta el cruce ante el Tomba en Alta Córdoba y los directivos lo vieron con fuerzas suficientes para coincidir en que aún puede revertir este difícil presente futbolístico.