Newell’s tocó fondo: un empate miserable que desnuda la farsa de Fabbiani y el fracaso de Astore
Por Mauro Yasprizza.
Por Mauro Yasprizza.
La Lepra arañó un 1 a 1 frente a Estudiantes gracias a un rebote salvador de Lollo. Fue un grito de alivio que no tapa la verdad: el equipo no juega a nada, el técnico está perdido y la dirigencia de Astore agotó hasta la última gota de paciencia.
Lo del Coloso fue una parodia. Newell’s no jugó: padeció, mendigó, agonizó. Estudiantes le dio un repaso en el primer tiempo, con cuatro chances claras y un dominio insultante. La Lepra no pateó al arco. Sí, leyó bien: cero tiros al arco en 45 minutos de local.
En el segundo tiempo, el Pincha se cansó de tocar la pelota hasta que Meza definió la obra maestra: 25 toques y un remate cruzado. Mientras tanto, el equipo de Fabbiani hacía agua, sin respuestas, sin alma, sin plan. El DT, desesperado, tiró a la cancha un “triple nueve” que fue más un manotazo de ahogado que una estrategia. Y el empate llegó como llegan los milagros: un córner en el final y Lollo empujando el 1 a 1. Nada más.
¿Festejar un empate en casa, con este nivel de mediocridad? Es el símbolo de la decadencia. Porque esto ya no es fútbol: es un simulacro de equipo.
La realidad es brutal: Newell’s sigue penúltimo en la tabla, sin identidad, sin rumbo y con un viaje a La Bombonera que pinta como otro vía crucis.
La moraleja es inevitable: el ciclo de Fabbiani está muerto y el de Astore es un fracaso que sangra por todos lados. El técnico no sabe qué hacer y la dirigencia no sabe a dónde va. El grito agónico de Lollo fue alivio, pero también epitafio: Newell’s está atrapado en la mediocridad y ya no alcanza con el maquillaje.

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