Por qué Spiderman no es rosarino
Claro está que a Peter Parker no le falta coraje, pero nunca aguantaría ni una semana siendo rosarino.
Por Mauro Yasprizza
Spiderman nunca podría ser rosarino. No porque le falte coraje —en esta ciudad hasta el más distraído sabe esquivar una balacera—, sino porque el pobre Peter Parker no aguantaría ni una semana con las condiciones de vida locales.
Para empezar, si intentara columpiarse entre edificios, no llegaría a la segunda cuadra: quedaría enredado en el festival de cables aéreos que cuelgan como guirnaldas navideñas en pleno agosto. Los vecinos ya no saben si son de la EPE, de Telecom, de alguna empresa fantasma o si directamente forman parte de una instalación artística que el Concejo nunca aprobó. Y lo peor: nadie los saca, porque cortar un cable en Rosario puede dejar sin internet a media manzana… o encender una usina nuclear, vaya uno a saber.
Después está el tema de la construcción. En Rosario levantar un edificio es más difícil que derrotar al Duende Verde. Cada proyecto tiene su archienemigo en el Palacio Vasallo. Un día te frenan la obra en Pichincha porque “atenta contra el patrimonio”, otro no te dejan avanzar en el centro porque “rompe la fisonomía del barrio”. Mientras tanto, lo único que se construye sin trabas son baldíos con pastizales y ratas que podrían pelearle mano a mano al mismísimo Venom.
Y si Spiderman se animara a rescatar a alguien en altura, tendría que tramitar primero un permiso municipal, presentar planos, pedir factibilidad hidráulica y, de yapa, cumplir con la ordenanza de “uso de suelos”. Para cuando termine el papeleo, la víctima ya se cayó del edificio y es noticia en policiales.
La verdad es que Rosario no puede tener superhéroes. Con suerte tiene vecinos que pagan los impuestos sin putear demasiado. Spiderman acá sería un pobre tipo colgado de un cable muerto, esperando que alguien de la EPE atienda el reclamo. Eso sí: el Concejo seguramente le daría un reconocimiento por “aportar al entramado urbano”.
Por eso Spiderman no es rosarino. Porque en Rosario, hasta los superhéroes se quedan atrapados en la burocracia… o en un cable que nadie sabe de quién es.
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