San Martín: el hombre que eligió la libertad antes que la gloria
Este 17 de agosto se conmemora el Paso a la Inmortalidad del General José de San Martín, el argentino más importante de la historia.
Por Mauro Yasprizza
Ni Perón, ni Maradona, ni Francisco. El argentino más importante de la historia fue José de San Martín. Soldado, estratega y libertador, tomó la decisión más difícil: dejar la comodidad de Europa para volver a su tierra y garantizar la independencia de su pueblo.
José de San Martín nació en Yapeyú y a los siete años su familia se mudó a España. Allí se formó como militar, combatió contra Napoleón y ganó experiencia en ejércitos profesionales. Todo indicaba que podía quedarse: sueldo, rango, prestigio y futuro asegurado al servicio del imperio. Pero eligió lo contrario. Cuando supo que en el Río de la Plata había comenzado la revolución, tomó la decisión de regresar.
En un país que recién nacía conoció a Manuel Belgrano, a quien admiró toda su vida. Juntos reorganizaron el Ejército del Norte para frenar a las tropas españolas que bajaban desde el Alto Perú. En ese momento, Simón Bolívar había sido derrotado y el dominio europeo se extendía por casi toda América. Solo quedaban en pie las Provincias Unidas del Sur.
San Martín entendió lo que otros no veían: mientras Lima siguiera en manos de España, la independencia sería apenas una ilusión. La clave no estaba en resistir en las fronteras, sino en golpear en el corazón del poder colonial. Liberar Chile y Perú no fue un acto romántico ni un capricho revolucionario: fue la única manera de blindar la soberanía argentina y de toda la región.
Por eso cruzó los Andes. Venció en Chacabuco y Maipú, liberó a Chile y en 1821 entró en Lima para proclamar la independencia peruana. Podría haberse quedado a gobernar tres países, pero no quiso. En Chile apoyó a O’Higgins sin meterse en su política interna. En Perú asumió como Protector, con poderes casi absolutos, pero convocó un congreso para limitarse a sí mismo y en 1822 renunció. Se retiró a Europa, lejos de las disputas internas.
Años después le ofrecieron regresar para tomar partido en una guerra civil argentina. Su respuesta fue tan simple como contundente:
“Jamás derramaré la sangre de mis compatriotas; solo desenvainaré mi espada contra los enemigos de la independencia”.
Esa es la verdadera grandeza de San Martín. No buscó coronas ni estatuas, buscó libertad.
Haber nacido en la Argentina significa compartir identidad con alguien que entendió que la patria se defiende con coraje, pero también con renunciamientos. Como él dijo: “Seamos libres, y lo demás no importa nada”.
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