A partir del 11 de enero de 1996 ya nada volvió a ser igual en la televisión argentina. Ese día, a los 68 años, un emblema del humor nacional falleció tras una larga enfermedad. A pesar de su partida, Maurizio Borenzstein, conocido popularmente como Tato Bores, continúa vigente 22 años después de su muerte.
Dueño de una lengua filosa y un decir rápido y potente, Tato desarrolló una extensa trayectoria en el mundo del espectáculo de más de 5 décadas, que incluyó además tareas en el cine y el teatro. Bores fue un conocedor y analista de la realidad política y social del país.
A continuación, su monólogo número 2000 ilustra la sagacidad del humorista a la perfección. Un exquisito repaso por la historia argentina de los ’60 a los ’90.