Paula Suko dibuja lo distinto. Es decir, personajes reales, con matices: una mujer heroína, una piba que no se depiló, otra que reacciona al acoso callejero, un poco de panza, la sensación del miedo, el placer sexual. La artista tiene 23 años y plasma en sus dibujos la pluralidad que, en líneas generales, es la excepción en el cómic y las historietas. Paula también experimenta. No hace mucho comenzó a hacer historietas, dibujos y cómics eróticos, pornografía feminista, personajes orgullosos de su sensualidad y sexualidad.
Paula Suko firma como Sukermercado y su propuesta es una de las cientas que se movilizaron desde todo el país hasta Rosario para la convención Crack Bang Boom que arrancó hoy. La joven aprovechó su llegada a la ciudad para dialogar con Rosario Nuestro acerca del rol de las chicas en los dibujos y en la escena del cómic; el porno, el erotismo y las relaciones humanas; y sobre todo de su propuesta y la irrupción de nuevos discursos en las artes visuales argentinas.
– Sukermercado propone protagonistas mujeres, ¿eso significa que destinás tu trabajo sólo a mujeres?
– Está bueno que cualquier persona que se sienta atraída por lo que hago lea mis historietas. No están pensadas específicamente para un público de mujeres. Yo, además, estoy en un momento en el que me encuentro muy atenta a todas las identidades y me estoy preguntando constantemente qué es ser una mujer o ser un hombre, qué son los roles. Por eso no me enfoco específicamente en una audiencia. De todos modos, siento la necesidad de poner mujeres o identidades que no sean varones heterosexuales, blancos, de unos 30 años, que es lo que ves en la mayoría de las historias que se consumen o están en la media como mainstream. Siento la necesidad y también me siento mucho más cómoda trabajando así.
– ¿Esa comodidad y necesidad te salen naturalmente?
– Me sale. La conciencia de esto me llegó mucho más tarde. Mis protagonistas siempre fueron mujeres, pero por una necesidad de ver una chica peleando, salvando el día, salvando a un varón en aprietos. Mis dibujos surgieron de esa necesidad, pero fue muy inconsciente el proceso de empezar a hacer historias así.
– ¿Y en algún empezaste a dibujar teniendo en cuenta lo que te estaba pasando desde un plano más inconsciente?
– En el último año, año y medio, se volvió un poco más consciente. Me di cuenta que tenía una tendencia a dibujar cierto tipo de cuerpos o ciertos tipos de mujeres, y empecé a tratar de pensar de manera más inclusiva mis personajes y las cosas que hago. No fue forzándolo, sino desde un lugar de placer y de no caer en repetirme a mí misma. Busco trabajar con más variedad para que mi trabajo sea más rico.
– ¿Qué rol juega el mundo, el público, en tu trabajo? ¿La gente demanda otros cuerpos e identidades en la historieta?
– Sí, yo creo que la influencia exterior está en mi trabajo. He visto gente que tengo en Facebook, personas trans por ejemplo, quejándose de que siempre las ilustraciones retratan de tal o cual manera a las identidades que a ellos le representan. A mí eso me llamó la atención y me hizo ponerme a revisar mi trabajo, ver en qué puedo mejorar, dónde la estoy pifiando. No sólo desde un lugar de reclamo, sino también porque me ha pasado. Por ejemplo, yo trabajo mucho el tema de la depilación y la imposición de una estética para la mujer. Estuve subiendo muchas cosas a Internet sobre ese tema y muchas chicas me escribieron. Con que me escribiese una era un montón, pero fueron varias y charlamos de lo que nos pasa, de la vergüenza. Ellas me decían que está bueno lo que hago porque no se ve en todos lados. Eso no hace que mi trabajo sea ni más ni menos especial, es lo que es, es lo que me sale hacer a mí porque yo necesito ver esas figuras. A veces, cuando uno necesita ver algo, está bueno encontrarlo.
– ¿Te parece que hay una necesidad de encontrar inquietudes o formas de distintos debates representadas en las expresiones artísticas, en tu caso el cómic?
– Totalmente. Es una cuestión de pensar qué lugares se les da a quiénes y a quiénes se prioriza. Hay un artista, Luciano Vecchio, que hace una historieta que se llama Sereno. Es una historieta de superhéroes que tiene una postura súper interesante respecto a la orientación sexual e identidad de género. Una vez Vecchio dijo que Sereno es el superhéroe que él necesitaba de chico. Eso me resonó un montón, porque es lo que muchos terminamos haciendo. La única manera de encontrar lo que buscamos es haciéndolo nosotros. Me parece que ese es el motor. Uno puede señalar y criticar, pero lo más importante es generar contenido, moverlo, compartirlo, llenar espacios, hacer barullo. Es la forma de mostrar que uno existe, que no es un invento.
– Hace poco empezase a trabajar erotismo y sensualidad, ¿cómo llegaron esos dibujos a tu trabajo?
– Cuando llegó mi adolescencia y empecé a encontrarme con el sexo, la sexualidad, el erotismo, se generó una curiosidad. Y como yo dibujaba, naturalmente empecé a dibujarlo. Pero me daba vergüenza, lo ocultaba. En un momento tuve un blog privado en el que escribía en inglés para que nadie vea que era yo. Eventualmente empecé a animarme más, a leer más, a encontrarme con el feminismo de una forma más consciente y analítica. Y alguna vez pasó que quise publicar este contenido, porque me parece necesario militar desde ahí lo que pienso. Es, por un lado, un canal súper rico, pero además no encontraba muchas cosas con las que me identificase. Y entonces dije bueno, voy a dibujar el porno que me guste a mí.
– ¿Cómo se dibujan esas experiencias que pueden ser tan personales e íntimas?
– Todo lo que hago es muy íntimo, por más que ponga otros personajes. Cuando agarro cosas que hice hace algunos años suelo reírme. Es muy obvio que soy yo, que hablaba de lo que me pasaba en ese momento, aunque pensaba que era otra cosa. Y estoy segura que cuando lo hice no me di cuenta. Eso sucede también con la sexualidad. Siempre vas a estar hablando de vos, no le podes escapar a eso. Lo que transmito del erotismo, la sexualidad y la pornografía que hago en historieta y con mis dibujos es lo que yo quiero ver, lo que a mí me gustaría que circule más. No necesariamente son fetiches que yo quiero experimentar, sino que muchos de ellos son maneras en las que me gustaría que se muestren algunas cosas o ciertas prácticas. Quizás pongo una relación homosexual entre dos varones. Eso es algo que nunca voy a poder experimentar, pero la manera en que a mí me interesa ponerlo es una manera que yo considero que sería saludable, que tiene que ver con no tener prejuicio y no estereotipar nada. Yo busco que los personajes que diseño no tengan que ver con los lugares comunes a los que se los lleva, sino darles su propia personalidad.
– Hay un límite muy fino en el porno. También está ligado a la cosificación de los cuerpos, la violencia e incluso la trata. Pero además, parece que no es de consumo de mujeres. ¿Vos crees que, pensando en tu trabajo, se puede hablar de un porno más bien feminista?
– Sí, totalmente. La primera historieta porno que hice fue para una revista que se llama Revolcadero. Es una historieta sobre una chica a la que un pibe la piropea en un bar haciéndose el piola y ella lo increpa y le dice, “¿Qué? ¿Querés venir a coger?” Y se lo lleva a la casa. Ella toma las riendas de la situación, le enseña un par de cosas y le cambia la cabeza. Lo que a mí me interesa es poner esas situaciones, porque es incómodo hablar de eso. Y tenemos que hablar, porque pasa, es necesario, no da para más hacernos los boludos. Yo tengo tolerancia cero con algunas cosas y en mis historietas va a ser así. Quizás, en una porno de otra época, una situación en la que un pibe le grita a una piba “qué lindo culo que tenes” en un bar, hace que la piba se ría por lo bajo y después se encuentren en otro lugar y cojan. Pero a mí me interesa que se muestre que esa actitud no va a quedar sin reacción.
– Cuando dijiste que la situación no da para más, pensé en la sexualidad de las mujeres y que las mujeres tenemos ganas de estar incluidas. Ya no van más los estados de sumisión.
– Sí, es eso. Las mujeres también pueden tomar las riendas y hasta un lugar dominante. No todo se limita a que uno más uno es dos. Hay variedades, un montón de cosas que se pueden hacer y prácticas que le escapan a la hegemonía que estamos acostumbrados, aunque estemos hablando de un varón y una mujer en la cama. El lugar común es imaginarse una cosa que también es lo que construye el porno mainstream, el porno que te invita a ver “Adolescente es violada por su papá”. ¡No! ¿Qué estamos construyendo con eso? La idea es que trabajemos consensos, vínculos saludables y placenteros.
– ¿El erotismo, el porno con y para las mujeres, está siendo irruptivo?
– Yo creo que estamos en un momento en el que el feminismo se está volviendo consciente de que no sólo se limita a “las mujeres podemos ir a votar”. Esa conciencia hace que crezca la necesidad de avanzar en bloque, de producir. Al menos en la movida gráfica, es crear contenido y hacer. No sólo criticar y señalar, sino que tiene que ver con generar contenido y espacios nuestros.
– ¿Podes compartir esto con muchas artistas?
– Cada día conozco más. Nadie nace feminista. Pero estamos en un momento en que mucha gente empieza a plantearse estas cosas y muchas pibas se avivan más y se dan cuenta de que, del modo en que a ellas les sea cómodo, hay que salir a reclamar y generar sus espacios. Cada día somos más las que nos damos cuenta qué queremos hacer. Y lo hacemos.