Febrero es considerado el mes del amor. Muchos aprovechan esta fecha para declarar o celebrar sus sentimientos hacia otra persona. Los Palavecino forman parte de este romántico grupo, y aprovechan estos días para ratificar lo que sienten, año tras año. El matrimonio está junto desde 1962 y cada 24 de febrero, repiten su boda en una iglesia de Villa Ballester.
La pareja es oriunda de Carapachay, un barrio de Vicente López, Buenos Aires, pero se conocieron en Munro. El, Remigio Enrique Palavecino, de 80 años, nació en San Gregorio, Santa Fe y ella, Esther Cubarle, de 80 años, en Río Tercero, Córdoba.
Una amiga en común los presentó. Se conocieron en la calle 1° de mayo del 61. Remigio había llegado al partido para hacer la colimba y la cordobesa para trabajar en una fábrica textil. “Fue un flechazo total y nueve meses después nos casamos”, cuenta Esther.
Con respecto a su amiga, la mujer recuerda: “Ella no quería que saliéramos, porque él era un mujeriego”. Pese a los pronósticos, ese domingo, quedaron en ir al baile al sábado próximo y, después de esa salida, nunca más se separaron.
El amor fluyó y en 1962 sellaron su amor celebrando su casamiento. Su primer hogar fue en Villa Adelina, donde le cuidaban el terreno a unos amigos. “Los vecinos estaban chochos porque la manteníamos linda”, dice Cubarle.
Años más tardes, gracias a la ayuda de un compañero de trabajo, los Palavecinos compraron un terreno en Carapachay. “No teníamos nada más que lo puesto cuando nos conocimos, conseguimos todo gracias a nuestro esfuerzo”, aseguran.
Su amor es tan grande que todos los 24 de febrero, sin importar el día de la semana que caiga, organizan una misa para realizar una bendición. Desde 1961 al presente, solo hay una única diferencia: dos hijos y muchos nietos, que se hacen presentes en cada celebración.
“Todo es lindo porque somos el uno para el otro”, remarca Esther y ambos coinciden que no podrían estar un día sin el otro. “No creemos que pasó tanto tiempo, los años nos pasaron por encima” reflexiona la mujer, antes de dar una de las claves para mantener el amor por tanto tiempo: “Irnos a acostar peleados, jamás. Nunca nos faltamos el respeto”.