El eterno regreso del discurso vacío: Germán Martínez y la patria en loop
El diputado kirchnerista volvió a apelar a la épica gastada del peronismo, pero los números de su presente político y la historia reciente muestran que la sociedad ya no compra consignas que huelen a naftalina.
Por Mauro Yasprizza.
El diputado nacional Germán Martínez habló en la Cámara el 17 de septiembre con un tono encendido, invocando a San Martín, a la patria y al “grito de los argentinos” que —según él— piden coraje y corazón para ponerse de pie. El problema es que su discurso no dice nada nuevo, ni mucho menos responde a lo que realmente le urge al ciudadano de a pie: inflación, salarios pulverizados, jubilaciones de hambre, inseguridad en aumento.
Martínez no es un improvisado. En febrero de 2022 se convirtió en jefe de la bancada del Frente de Todos tras la renuncia de Máximo Kirchner, con el rol de intentar ordenar a un bloque que vivía más de fracturas internas que de consensos. Pero tres años más tarde, en abril de 2025, la realidad electoral le mostró otro escenario: apenas el 14,91% de los votos en su intento por ser constituyente, muy lejos del triunfo de Juan Pedro Aleart, de La Libertad Avanza. La épica del micrófono no se tradujo en respaldo popular.
Lo suyo es la persistencia en un libreto que el peronismo viene repitiendo hace décadas: la patria, el pueblo, los enemigos externos e internos que conspiran contra la grandeza nacional. Frases recicladas de la liturgia kirchnerista que buscan despertar emociones, pero que chocan contra los datos duros de su propia gestión y de la de su espacio: más del 50% de pobreza infantil, inflación récord, inseguridad sin control y un Estado cada vez más grande para beneficios propios y más chico para el ciudadano común.
Es curioso cómo Martínez, afiliado primero al Frente para la Victoria, luego al Frente de Todos y hoy en Unión por la Patria, representa la plasticidad —por no decir camaleonismo— de la dirigencia kirchnerista. Se adapta a cada sello, a cada sigla, pero mantiene el mismo discurso vacío, con la misma épica de barricada.
El país real no pide que le levanten la autoestima, como clamó Martínez en el recinto. El país real pide trabajo, seguridad, educación y un Estado que no sea cómplice del delito ni garante de la pobreza estructural. Y ahí es donde el discurso épico deja de ser romántico y se vuelve una burla.
Quizás lo que debería gritar la patria —y en este caso sí con todas las letras— es basta. Basta de consignas que no resuelven nada. Basta de políticos que creen que hablar de San Martín alcanza para esconder las miserias del presente. Basta de relatos que se agotan cuando los votos se cuentan en las urnas y ya no cierran las cuentas del bolsillo ni las cuentas del Estado.
La Argentina no necesita otra arenga de Germán Martínez. Necesita soluciones. Y esas no se construyen con épica, sino con gestión.
Para comentar, debés estar registradoPor favor, iniciá sesión