“Nos apresuramos”, “no nos dimos cuenta”, “no le dimos el tiempo de discusión que ameritaba”, “ya había otra ordenanza”, “no hablamos con todas las partes”. Estas y otras tantas excusas llegan de boca de los concejales que aprobaron hace quince días un proyecto de ordenanza y que ahora se arrepintieron.
Ahora bien, hay que desentramar todo lo sucedido para entender qué está pasando. Desde los hechos, la prohibición del glifosato todavía no es ordenanza, ya que la intendencia tiene hasta el 12 de diciembre para promulgarla, o vetarla total o parcialmente. Inclusive, si Mónica Fein no hace nada, el proyecto se promulga una vez cumplimentado el plazo.
Por lo cual, ingresó al Concejo un texto de reforma a una ordenanza que todavía no es norma. ¿Se entiende? Quieren modificar algo que aún no se sabe si será. Apresurados en aprobar por unanimidad la prohibición, también torpeza para discutir una modificación sobre algo que, desde lo fáctico, no existe.
Los trascendidos desde el Palacio Vasallo aseguran que el conflicto se dio en que tanto desde el oficialismo como desde Cambiemos se dio el visto bueno a un texto sin saber lo que decía. “Estaba mal caratulado y no nos dimos cuenta”, comunicó una fuente. Lo cierto es que una vez aprobado, desde las entidades agropecuarias, la Bolsa de Comercio y Aapresid pusieron presión para que se resuelva de inmediato. Sectores de poder con influencia en los temas locales, ya que el Gran Rosario es el polo exportador de soja más grande de Latinoamérica.
Este miércoles sesionó la Comisión de Ecología del Concejo Municipal de Rosario y no tuvo esa modificación el aval de los ediles para que pueda ser tratado mañana en el último plenario que tiene esta composición del cuerpo legislativo local. Si quieren aprobarlo mañana mismo, a este o a un texto “superador” deberán conseguir 21 de los 28 votos para su tratamiento sobre tablas y luego la mayoría para darle el visto bueno.
Hasta la puja estuvo entre los legisladores del oficialismo y el ejecutivo local. Carlos Comi pidió “un plazo de 24 horas” para encontrar una síntesis de todas las voluntades, y le pidió a la conducción local que resuelva sobre la cuestión hasta que se puedan encontrar nuevamente los consensos en el Palacio Vasallo.
Por último, en el ejido urbano ya está prohibido el uso del glifosato por ley provincial. Y hasta establece barreras de distancia sobre las casas para su aplicación por tierra y por aire. Inclusive, hay una ordenanza aprobada en 2011 que contempla el uso de herbicidas pero que nunca fue reglamentada. Los concejales locales pasaron todo esto por alto, y mucho más, y ahora no saben cómo enmendar el error cometido.