Mucho se ha hablado y se habla de la importancia de la agroindustria en nuestro país y, en particular, en nuestra región. Es evidente que en los últimos 20 años, los cambios en los procesos productivos del agro han sido realmente profundos y disruptivos. Los mismos fueron de la mano de modificaciones en los procesos, pero ante todo fueron mutando por la aplicación de nuevas tecnologías que dieron como resultado una notable mejora de rendimiento y productividad, acompañado por la reducción de costos y disparando nuevas necesidades de inversión y búsqueda de nuevas mejoras.
Se generó, casi naturalmente, un círculo virtuoso donde un adelanto tecnológico y los buenos resultados, incentivaron el desarrollo de nuevos trabajos de investigación. Si bien el grueso del proceso de acopio, industrialización y comercialización está en manos de grandes actores, la innovación y creatividad puso en marcha a los pequeños y medianos emprendedores que vieron la oportunidad de generar negocios rompiendo paradigmas históricos.
Es así que los profesionales de la biotecnología, en consonancia con el apoyo de universidades, se dedicaron a nuevos desarrollos. Grupos de trabajo investigaron y crearon nuevas formas de trabajo, como la siembra directa. Eso disparó la creación de nuevas maquinarias a partir de desarrollos locales. Las principales empresas de maquinaria agrícola están en el Interior y son de pequeño o mediano porte, que hoy están trabajando con plena capacidad.
Nuevas prácticas que revolucionaron aspectos tales como el acopio y la comercialización. La aparición del silo bolsa redujo el poder de parte de la cadena comercial y dio participación más activa al propio productor en defensa del valor de su producción, eliminando aspectos tales como la estacionalidad de la comercialización de granos.
El desarrollo de nuevas formas de energía, como el biodiesel, ha colocado a la Argentina entre los principales productores. Y podríamos enumerar muchos otros cambios en áreas como seguros agrícolas, comercialización de futuros, entre otros. Y efectos de derrame sobre la industria de la construcción automotriz (en muchos períodos el vehículo más vendido ha sido la camioneta), demanda creciente de automación, etc, etc.
Es de destacar que la mayor parte de estas actividades están siendo producidas por pequeñas y medianas empresas, innovadoras, creativas, que tienen su localización en el Interior de nuestro país y que ocupan mano de obra local, que reinvierten en sus empresas y que dan cabida a las nuevas generaciones.
Esta cadena de valor, someramente descripta, nos marca un camino. El camino de que generar valor es posible, a partir de producciones primarias.