Es raro lo que sucede en Cambiemos en la ciudad de Rosario. De tener un candidato consolidado, probado en elecciones y con sobradas chances de vencer en los comicios generales del mes de junio, dieron un golpe de timón y eligieron a Gabriel Chumpitaz como competidor para desbancar al socialismo después de 28 años. Roy López Molina sigue en la cancha, pero bancado por otro equipo. Es para detenerse y pensar el fondo de los hechos.
Hay una cuestión que explica lo que sucede. Federico Angelini, referente y presidente del PRO en la provincia de Santa Fe, le solicitó a Roy que lo acompañe en su empresa de ser gobernador y que camine la ciudad junto a él desde un primer momento. Roy se negó a “elegir” en una interna entre Angelini y José Corral, ya que no quiso jugársela por nadie para ser el elegido por ambos sectores.
Angelini, entonces, decidió buscar otro candidato que sí le brinde confianza y fidelidad desde el minuto cero y es ahí donde la voluntad de ser intendente de Chumpitaz sacó una cabeza sobre el resto. Desde el equipo del diputado provincial creen que la fortaleza es la marca Cambiemos y la estructura que él supo armar en esta última década en Rosario.
Roy, sin embargo, ya hizo contactos con otro equipo dentro del mismo espacio, quienes serían los que lo banquen en la candidatura y compongan así una interna para alquilar balcones en la ciudad. Hace dos años, el joven dirigente local enfrentó a la favorita Anita Martínez y la venció en las PASO. Pero todo eso sucedió a la inversa: López Molina era el alfil del equipo de Angelini y Martínez la elegida por su interna partidaria conducida por los diputados nacionales Lucas Inciccoy Lucila Lehmann y el diputado provincial Germán Mastrocola.
Sin dudas es una reacción a un cansancio de pedir fidelidad y no recibir correlato del otro lado. Ante el temor de una futura traición, o tal vez una construcción de poder paralela, decidió ir a las bases y buscar dentro de su equipo de trabajo. Chumpitaz nunca sacó los pies del plato y hoy recibe su paga: ser pre candidato a intendente.
Entre sus valores, el edil tiene un conocimiento en seguridad superior a la media de los políticos rosarinos por su actividad privada -tiene una empresa de seguridad-, recorrió barrios y clubes sistemáticamente desde su lugar en el Concejo local y ha cambiado y mejorado su perfil y estética personal. Lo que tiene en contra es su nivel de desconocimiento alto, ya que ha sido candidato a concejal solo una vez y corre en desventaja contra la dos campañas a concejal y una a diputado provincial de su potencial rival en las internas.
Además, López Molina tiene un perfil más afín al voto del centro y de la clase media rosarina, y le ha quitado al Frente Progresista el histórico caudal de las primeras tres seccionales de la ciudad. Y con 200 mil votos en su bolso en 2017, se hace incomprensible la decisión del espacio que lo formó y lo preparó para este año. Llevan una década trabajando juntos Angelini y López Molina, ¿era momento de distanciarse?
Lo que no se le puede reprochar al espacio conducido por el presidente el PRO santafesino es su audacia para formar nuevos candidatos con medios, estructura y trabajo. Fue de punta contra Diego Giuliano con Anita Martínez en 2013, fue de punta también en 2017 con López Molina en una interna que se llevó todos los flashes, y nuevamente arranca de menos diez en 2019. Creen demasiado en sus condiciones, claramente, y no van a ceder en el objetivo de construcción final: gobernar la provincia de Santa Fe.
Se juegan un pleno, y no es la primera vez. Parece que no los asusta a ninguno de los dos, aunque saben que juntos eran más competitivos. Y Chumpitaz se ganó un lugar por la confianza y su capacidad de trabajo que nadie le discute.
Roy no quiere ser más empleado. En la calle dirían que Angelini “se puso un circo y le crecieron los enanos”, pero lo cierto es que Roy, a sus 32 años, cree estar preparado para conducir. Y nadie le va a poner piedras en el camino, solo que elegirán otros candidatos para competirle. Es el segundo divorcio fuerte que sufre el espacio. La primera vez salió bien, esta vez está por verse en las urnas.