- Visitar a un profesional: el primer punto para comenzar a cambiar los hábitos es visitar a un médico. Mediante un chequeo general podrá conocerse el estado de salud. Luego, consultar a un nutricionista o deportólogo quien realizará los estudios correspondientes (entre ellos una antropometría), establecerá una guía de alimentación y ejercicio según los fines que se tengan.
- Trazarse objetivos a corto plazo: es importante realizar cambios en forma progresiva para que pueda funcionar el plan. De a poco, ir incorporando alimentos y elegirlos por ser más saludables que otros.
- Alimentación natural: diferenciar los macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas) y conocer sus efectos y beneficios en el cuerpo, ayudará a tener una alimentación completa. Luego, se trata de aprender a comer con calidad priorizando los alimentos de origen natural sobre los procesados.
- Organización: es uno de los puntos más importantes dado que la mayoría de las personas no cuentan con el tiempo suficiente para cocinar o entrenar. La solución está en preparar los platos unos días a la semana y hacerlo en cantidad. Hornear pechugas de pollo, hervir huevos y arroz, cocinar vegetales, etc. Cocinar crepes, budines y galletitas saludables en cantidad y congelarlos o guardarlos en la heladera. Esto facilita enormemente el seguimiento del plan.
- Tomar agua: llevar siempre una botella encima. El agua ayuda a depurar el organismo, mantiene la saciedad y regula la ansiedad.
- Incluir el ejercicio en la rutina: es fundamental para mejorar los hábitos y se complementa con la alimentación. Buscar un ejercicio que sea sostenible en el tiempo, que permita distraerse y ayude a salir de la zona de confort.
- Descansar: dormir entre siete u ocho horas diarias es fundamental para llevar el día con más energía. Mientras dormimos se liberan hormonas que regulan el apetito y el gasto calórico por lo que si no descansamos lo suficiente estaremos más ansiosos, aumentará el apetito y el metabolismo bajará.
- Disfrutar un día “no saludable”: el cuerpo y la mente necesitan sí o sí un plus de esa comida copiosa preferida; no estamos hechos para seguir estructuras rígidas. Este tipo de alimentos ayudan a que el cuerpo reaccione ante ellos positivamente activando el metabolismo. Es lógico que si se está en un plan para perder peso debe ser regulado por un profesional, pero este punto no debe prohibirse en una dieta y menos si lo que se busca es generar hábitos. Lo prohibido es lo que genera que las dietas para perder peso fracasen, la idea es generar conciencia alimentaria y hábitos saludables sostenibles en el tiempo.
- No perseguir la perfección: llevar un control de lo que se come puede tornarse obsesivo si no se busca un equilibrio. Se trata de aceptarse y buscar la mejor versión de uno mismo.
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