Por Jorge Cánepa
Tomasito fue un artista que nunca mostró su arte incomparable, para ser reconocido.
Su total desinterés por la fama y el dinero lo retratan fielmente: un muchacho de barrio, de un lirismo inocente, con sonrisa de niño y valores intactos.
Su muerte injusta se suma a una estadística perversa, de una crueldad moderna, donde una muerte es un número que nos llega como noticia lejana, todos los días.
Lo mataron al Trinche.
Escucharemos todo tipo de declaraciones.
Algunas inspiradas, poéticas, otras acusatorias, rabiosas, desde el dolor.
Todo caerá en la grieta interminable, estúpida.
La realidad de este tiempo impiadoso impone que todo sea olvido.
Ojalá no sea con él.
Mataron a un Bambi.
Mataron a un artista.
Jugaba al fútbol y a la vida como nadie.
Chau Tomasito.
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