Newell’s, un naufragio anunciado: entre el arbitraje y la ineptitud interna
Por Mauro Yasprizza.
Por Mauro Yasprizza.
Newell’s volvió a naufragar en el Parque. El 2-1 frente a Barracas Central no puede explicarse solo por el penal inventado de Iván Tapia o el VAR que pareció trabajar para un solo club. El verdadero escándalo está adentro: un equipo sin alma, un técnico perdido y una dirigencia que ha hipotecado la esencia del club.
Ignacio Astore y su comisión directiva prometieron un “proyecto serio y sustentable”. Lo que entregaron, en cambio, es un circo de promesas vacías, decisiones improvisadas y refuerzos que parecen haber sido elegidos al azar. Sanguinetti, Heinze, Larriera, Soso, (por nombrar algunos), y ahora Fabbiani fueron las víctimas de esta gestión errática: técnicos quemados en un club gobernado por la soberbia y la improvisación.
En la cancha, la desidia se vio a simple vista: Espínola inseguro, Montero y Sosa superados constantemente, Cuesta errático y sin liderazgo. El mediocampo era un espectáculo de desconexión: Fernández perdido, Maroni invisible, Banega más preocupado por protestar que por jugar. Adelante, Benedetto estaba desconectado, y González fue la única luz en medio de la oscuridad. Un plantel que arrastra la camiseta en vez de honrarla.
El fracaso no es solo de un partido ni de un árbitro: es estructural. La Lepra pierde por su propia mediocridad, por una dirigencia que no tiene rumbo y por un técnico que lucha en un barco sin timón. Astore y los suyos han reducido al club a un equipo que escandaliza por arbitrajes pero decepciona por dentro.
Si no hay un cambio radical, la historia recordará esta etapa como la de la destrucción de la Lepra: un club entregado al azar, escandalizado por los jueces y derrotado por quienes deberían sostenerlo. La paciencia del hincha se terminó: Newell’s no necesita excusas, necesita una revolución.
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